Durante la noche, el viento de la tarde se había ido calmando hasta amanecer como una balsa de aceite. Después de desayunar, levantamos el fondeo rumbo a Hvar, nos espera una calurosa jornada a motor con rumbo noroeste.
A la altura de la isla de Scedro, nos divertimos un poco lanzando cabos por popa y a velocidad reducida, poder tomar un baño agarrados a los cabos. Nos damos cuenta de las buenas posibilidades de fondeo que tiene esta isla, tanto al norte como al sur, dependiendo del viento previsto.
La llegada a Hvar no ofrece ninguna confusión, la densidad de las embarcaciones se incrementa de forma súbita, cuando nos proponemos adentrarnos en su puerto parece que hemos llegado a otro mundo, hemos pasado de la tranquilidad de las calas a un parking de supermercado, conseguimos fondear en los límites del canal de navegación entre tal multitud de barceos, que no queda otra solución de poner las defensas.
Hvar es una pintoresca e histórica ciudad, donde la mayoría de las calles son peatonales, en la época estival está atestada de gente, es la ciudad de moda en Croacia para las vacaciones veraniegas, claro está si tus vacaciones están dedicadas a que ver y dejarse ver, recuerda a nuestra Ibiza en agosto.
No aguantamos tal aglomeración y elegimos pasar la noche, justo enfrente, en las Pakleni Islands, las primeras calas están repletas de barcos que utilizan los taxi-boat para visitar la ciudad, pero llegamos a Cala Stari Stani (43º09,3’N, 016º23,2’E), donde únicamente encontramos 5 veleros.
Como ya se ha convertido en costumbre, fondeamos dando cabos por popa a las rocas y afrontamos una “dura” noche de barbacoa.
En mi opinión, amarrar o fondear en el puerto de Hvar no merece la pena debido a la aglomeración, si se quiere visitar la ciudad es mejor fondear, justo enfrente, en las Pakleni o amarrar en el cercana puerto de Palmitzana y posteriormente, utilizar un taxi-boat para visitar la ciudad.
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