VIERNES 13/05: PREPARANDO LA PARTIDA.

Comienza la aventura, suena el despertador en Madrid…..autobús, metro, avión y …..Aeropuerto de Alicante. He coincidido en el mismo vuelo con Jorge (nos han sentado en la cola, junto al microondas).
Las últimas semanas han sido intensas, los preparativos del viaje siempre están “sin terminar”, nos acercamos a Santa Pola, a recoger el último juguete que nos faltaba: “la balsa salvavidas”.

José Manuel, llega en tren a última hora de la tarde, todos juntos finalizamos la estiba de la compra del supermercado, equipajes y demás trastos.

Cenamos en el barco, por aquello de iniciar la convivencia entre los tres. Puede apreciarse ciertos detalles de nerviosismo, similares a los del día previo a un examen final: ¿lo llevamos preparado?¿hemos estudiado lo suficiente?

La sobremesa se alarga hasta la 1:00, cada uno cuenta sus batallitas, jajaja, me recuerda a una charla de pescadores, pero mira que somos exagerados.

1 comentario:

  1. Viernes 13 de mayo

    Si es que no aprendo. 3 meses esperando y preparando este viaje y una hora antes de coger el tren aún no tengo hecha la maleta. Una visita a cliente a media mañana, y una reunión que se alarga más de la cuenta hacen que llegue a casa con el tiempo justo para meter las cosas en la maleta y salir pitando para Atocha. El resultado de las prisas es el de siempre, un par de trastos olvidados en casa, no imprescindibles, pero útiles (cámara de fotos, sin ir más lejos), y una extraña pareja formada por dos sandalias marrones….del mismo pie!!!

    Llego a Alicante pasadas las 5 y media de la tarde, con tiempo soleado y veraniego. Mas chulo que un ocho se me ocurre ir caminando desde la estación de tren hasta la Marina de Alicante. En el mapa no parecen estar muy lejos, pero se me ha olvidado el pequeño detalle de que no llevo maleta de ruedas (las maletas rígidas no son recomendables en los veleros) y de que una vez llegado al Paseo Marítimo aún me queda casi ¡¡1Km!! de muelles hasta llegar al pantalán donde está el barco. El resultado es que me deslomo cargando el petate por las calles alicantinas, y tengo que hacer paradas cada 5 minutos porque me quedo sin aire y se me corta la circulación en las manos. Parte de la culpa la tienen el chaleco autoinflable y el arnés que me compré el otro día, que pesan lo suyo, pero la seguridad es lo primero, y con lo despistado que soy no quiero sustos en las navegaciones nocturnas.
    En el puerto me recibe el clásico segurata con el “¿Andevausté? Menos mal que me acuerdo del nombre del barco y del número del amarre, porque otra de las cosas que no he hecho con las prisas es apuntar los móviles de Juan y Jorge, que ya me vale. Tardo media hora en conseguirlos, para averiguar que han estado por ahí de compras y no están en el barco, que vuelven en un rato. Me tumbo en la bañera del velero, pongo el saco de dormir como almohada y me pego una siesta vespertina hasta que llegan al pantalán.
    Como ya nos conocemos de otras veces sobran las presentaciones, así que comprobamos la lista de la compra por si falta algo, y nos hacemos algo de cena tranquilamente en el puerto. Un poco más allá, en otro pantalán hay un velero clásico precioso, de dos palos, que parece que funciona como discoteca/pub nocturno. Agua que no has de beber, dejala correr. A la cama, que mañana el día será muy largo.

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